En América Latina, la creciente demanda interna, así como la necesidad de obtener recursos fiscales por la vía de la exportación de hidrocarburos, está llevando a los gobiernos de la región a ampliar la explotación de recursos convencionales y no convencionales. La presión de estas actividades sobre los ecosistemas es evidente y los efectos sobre el aumento de gases de efecto invernadero serán cada vez mayores.
Los hidrocarburos extraídos en América Latina, serán consumidos en otros países e irán a engrosar inventarios nacionales de otras regiones. Sin embargo, de esta manera, los países sudamericanos están contribuyendo al agravamiento de la crisis climática no ya por sus propias emisiones, sino por su contribución al aumento de unas reservas fósiles que ya en su volumen actual, no pueden ser utilizadas.
Para cubrir la demanda esperada de petróleo desde ahora hasta el año 2035 se requieren 790 mil millones de barriles de petróleo. Como puede apreciarse en los datos presentados más arriba, las reservas conocidas de petróleo (incluso considerando solamente las convencionales) serían más que suficientes para cubrir la demanda.
La tendencia observada en los países de la región es de un aumento de las tareas exploratorias y la apertura de nuevos yacimientos convencionales y no convencionales de gas natural y petróleo con el objetivo de alimentar su propio consumo interno, pero fundamentalmente para exportación.
Cuando se presentan reacciones frente al cambio climático que no tienen en cuenta las bases culturas e ideológicas del desarrollo contemporáneo como causa del cambio climático, se llega a situaciones paradojales. Se ofrecen alternativas que vuelven a estar enfocadas en asegurar el crecimiento económico, y por lo tanto terminan repitiendo las causas que producen el cambio climático.