Artículo escrito por Eduardo Gudynas de CLAES y publicado en el diario La Primera. En los
últimos años se difundió en América del Sur el llamado “Estado compensador”. Es
una nueva configuración que suplantó en varios países al Estado neoliberal bajo
un regreso del protagonismo gubernamental propiciado la izquierda.
El “Estado
compensador” es un equilibrista. Por un lado, atiende demandas ciudadanas,
especialmente los que justamente reclaman salir de la pobreza o mejorar sus
salarios. Por otro lado, debe ceder ante los inversores para poder mantener la
economía en crecimiento, y así financiar todos sus programas, y aprovechó los
altos precios de las materias primas para crecer económicamente.
Está claro
que este no es un Estado rentista, como se ha dicho varias veces en forma
equivocada de Venezuela, ya que su base es democrática y redistributiva. Pero
tampoco es una Estado de bienestar, porque persisten problemas en el campo de
los derechos y en otras áreas de la justicia, como se observa, por ejemplo en
Argentina o Ecuador.
Este nuevo
modelo es de un Estado que se especializa en compensar, y en particular por
medios económicos. Sus programas estrella son los pagos mensuales como medio
para atacar la pobreza.
Pero
financiar todo eso consume mucho dinero, y la solución, hasta ahora, ha sido apelar
al extractivismo. Se aumenta la producción minera, petrolera o agroalimentaria,
e incluso se abren nuevos proyectos para asegurar el crecimiento económico,
aunque siempre dependen del humor los mercados mundiales. Pero es una carrera
hacia adelante, hacia más y más extractivismo.
La
observación del desempeño del Estado compensador muestra que está llegando a
sus límites. En algunos países progresistas, como Uruguay, se comienza a
discutir que un gobierno no puede pagar por siempre esas ayudas mensuales, sino
que deben encontrarse soluciones de fondo en educación y empleo.
En otros,
como Bolivia, se vive en estos días una ola de huelgas y protestas, donde el
Estado ya no logra compensar las demandas ciudadanas, y acentuar todavía más el
extractivismo no parece ser una solución sustantiva.
Este repaso
de la situación sudamericana muestra que el modelo de Estado compensador está
chocando con sus límites. Por lo tanto, el debate sobre la reforma estatal debe
ser retomado, y en especial desde la izquierda.