lunes, 10 de marzo de 2014

Los petróleos no convencionales ante sus límites

Artículo escrito por Eduardo Gudynas, publicado en el diario La Primera. Nuevas evidencias indican que se apaga el sueño de una nueva una bonanza petrolera global basada en la fractura de esquistos. Esos sueños descansaban en los llamados hidrocarburos no convencionales, obtenidos a partir de la fractura hidráulica de esquistos (fracking). Se esperaba así superar el agotamiento de muchos campos de petróleos convencionales en distintos países. Se llegó a predecir que los precios caerían, la oferta sería abundante, y Estados Unidos volvería ser un gran productor. Las voces de alerta, una vez más fueron desoídas.

Pero, al día de hoy, la evidencia se vuelve inocultable. El volumen que se extrae de cada pozo de fracking es menor y declina más rápidamente que en los yacimientos convencionales. Esto obliga a realizar nuevas perforaciones muy cercanas entre sí. Se multiplican  los impactos ambientales y sociales. Se llega a situaciones como las de una cuenca en EE.UU., donde para obtener un millón de barriles por año, se deben perforar casi siete pozos cada día. Se inyectan todo tipo de productos y agua para forzar la salida de los hidrocarburos. El resultado son pozos donde brota cinco veces más agua que crudo.

Todo esto desemboca en procedimientos muy caros, atrapados en balances insostenibles: hay empresas que gastan US$ 1,50 por cada dólar de hidrocarburo extraído, según un reciente informe de Bloomberg. Esta actividad es rentable solamente cuando los precios del petróleo convencional están por encima de los US$ 100 / barril, y se disponen de subsidios. No sólo eso, sino que se está llegando a la situación donde el balance energético también es imposible: se gasta energía que equivale a más de un barril de petróleo, para extraer un barril del subsuelo.

Frente a esto se debe mirar con mucha cautela la euforia global con los petróleos no convencionales.  Algunas imitaciones latinoamericanas son muy riesgosas, como las del gobierno argentino, que embarcó a su petrolera estatal en un acuerdo con Chevron para explotar los esquistos del sur del país.

Entretanto, países con hidrocarburos convencionales, como Perú, deberían evaluar con mucha cautela el ritmo de extracción para reducir los impactos, preparándose para una inescapable escasez sin caer en la fatalidad del fracking.  


 

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