Artículo escrito por Armando Mendoza de OXFAM, publicado en el Diario UNO. Terminó
el 2014, empieza el 2015; tiempo de balances y pronósticos; de lo que fue y lo
que vendrá. Momento para pensar en lo que pasado; pero también;
preocupantemente; en lo que no pasó y que probablemente no pasará.
Y es
que en el 2014 por enésima vez se nos fue la oportunidad de poner bases para un
desarrollo en serio; que no sólo apunte a altas cifras de crecimiento, sino
también al desarrollo basado en la institucionalidad y una relación
estado-sociedad constructiva.
Así,
la desaceleración económica agarró desprevenido al gobierno, pese a las señales
de advertencia. Un MEF narcisista dejó pasar las vacas gordas y ahora el
panorama es complicado. Habrá que ver si logramos siquiera 4% de crecimiento el
2015; meta modesta e insuficiente para generar empleo sustancial y reducción de
la pobreza.
Los
paquetazos reactivadores han sido realmente listas de lavandería: con prebendas
y desregulaciones a granel, a ver si alguna medida la achunta. Pese a la cháchara
sobre diversificación, innovación, competitividad, etc., se apuesta por más de
lo mismo: la gran inversión y cruzar dedos para que las materias primas se
recuperen. Ello incluye un concepto de “competitividad” que ve a la regulación
ambiental como estorbo, y que nos retrotrae a las peores épocas del cholo (joven)
barato.
A
pesar de avances en el campo social; con mayor cobertura de los programas, hay
grandes interrogantes sobre la sostenibilidad y calidad de este esfuerzo; así
como sobre el desafío de pasar del mero asistencialismo a la autentica
inclusión.
De
la institucionalidad y la lucha anticorrupción, mejor ni hablar. Otro año marcado
por escándalos, los cuales no están ni de lejos limitados a las regiones. Pobres
o nulos avances en construcción de transparencia, acceso a la información, independencia
de instituciones, rendición de cuentas, etc.
Los
resultados de las elecciones de noviembre, confirmaron lo que sabíamos: la
profunda crisis del sistema político, convertido en un virtual salsipuedes; con
actores tan debilitados como el mismo gobierno; que ni siquiera se atrevió a
participar.
Con
un olmo ollantista sin capacidad ni voluntad para dar peras, y actores
políticos gastados que juegan a ser el “menos malo”, es fácil predecir que el
2015 seguiremos en lo mismo. Pero eso puede cambiar si los ciudadanos empezamos
a recobrar nuestro país y nuestro estado, exigiendo que se respeten nuestros
derechos. Tarea difícil e ingrata, cierto, pero necesaria si queremos que este
2015 no sea otro año más.
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