Artículo escrito por Eduardo Gudynas de CLAES, publicado en el diario La Primera. Muchas veces se ha celebrado que los ministros de Economía “escuchan” al mercado. Esta era una virtud muy apreciada en tiempos de reformas neoliberales, casi una sensibilidad milagrosa, que sólo se encontraba en unos pocos privilegiados que podían comprender los “mensajes” que emitía el mercado.
En casi todos los países se podía encontrar al menos un ministro de Economía que supo escuchar esos mensajes del mercado. Ejemplos muy conocidos han sido Pedro Pablo Kuczynski en Perú, Domingo Cavallo en Argentina (bajo las presidencias de Carlos Menem y Fernando de la Rúa), o Sergio de Castro (el padre de las reformas de mercado chilenas aplicadas por A. Pinochet).
Más común son los pedidos de “escuchar al pueblo”. Se entiende que es una tarea que intentan el presidente y varios ministros, desde el de Trabajo al de Educación. Pero a pesar de esos intentos, son muchos los que desde ese pueblo repiten una y otra vez que no se los escucha.
Por momentos esta contradicción pasa desapercibida: hay ministros de Economía que aseguran encontrar mensajes en una entelequia como el mercado, pero en otros ministerios no logran comprender los reclamos que hacen personas concretas y en nuestro propio idioma.
Frente a este estado de cosas me pregunto: ¿a quiénes debe escuchar un ministro del Ambiente? Muchos dirán que debe atender a las comunidades locales que sufren por los impactos ambientales. Eso es cierto, pero la respuesta es insuficiente. Es que un ministro del Ambiente tiene una tarea que no se repite en otras secretarías: debe asegurar la protección de la Naturaleza. Por lo tanto, debe escuchar y comprender los mensajes que provienen de nuestro marco natural.
Actualmente, en América del Sur, varios ministros del Ambiente ya no saben escuchar a la Naturaleza, pero en cambio atienden al mercado. Justifican sus decisiones de acuerdo a razones económicas, como los beneficios en exportaciones o inversiones. Pero su mandato no es salvaguardar al mercado, sino proteger a la Naturaleza.
Todo ministro del Ambiente debería escuchar a la Naturaleza, y en especial en Perú, dada su herencia cultural donde cada piedra habla, tal como relata el joven Ernesto en Los Ríos Profundos de José María Arguedas. Cada roca es diferente y todas ellas se están moviendo. Los actuales ministros del Ambiente, ¿saben escuchar a las rocas? ¿están dispuestos a aprender a entenderlas?.
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