Artículo escrito por Eduardo Gudynas, de CLAES, publicado en el diario UNO. En estos días tiene lugar el primer congreso latinoamericano de ecología política. Investigadores y militantes han sido convocados a Santiago de Chile, bajo unos temas centrales que bien reflejan la situación de nuestro continente como son las nuevas formas del extractivismo y las políticas públicas.
La ecología política no es un invento reciente. Su origen está en la década de 1960, cuando desde varios campos, como la academia o las prácticas políticas concretas, se plantearon analizar las relaciones entre ambiente y sociedad en clave política. Se avanzó en análisis desde la economía política sobre el acceso desigual de los recursos naturales o los efectos de las jerarquías basadas en el poder sobre el manejo del ambiente. Pero también se buscaba ecologizar las políticas, para que incorporaran adecuadamente los aspectos ambientales.
Ese campo de estudios se amplió desde la década de 1970, y la problemática latinoamericana cobró notoriedad. Es más, dos de los estudios más representativos de aquellos tiempos abordaban la política de quienes intentaban proteger la Amazonia y el papel de los actores responsables de su deforestación, o los efectos de los preconceptos políticos y culturales que afectaban la pérdida de suelos.
En la década de 1980, la ecología política se lanzó a incidir en las discusiones sobre el desarrollo. Las advertencias sobre los límites ecológicos al crecimiento perpetuo eran cuestionadas tanto por derecha como por izquierda, lo que fortaleció a la ecología política como fuente de análisis y argumentación para desmontar aquel mito.
Desde entonces la ecología política se volvió un campo plural, expresando distintas sensibilidades ideológicas, y diferentes opciones concretas en las políticas públicas. Se sumaron aportes que mostraban que nuestras ideas sobre la Naturaleza estaban socialmente construidas o que rescataban la validez de los saberes populares.
Dados esos antecedentes no puede sorprender que este primer congreso latinoamericano tomara como uno de sus temas centrales los nuevos extractivismos. Los emprendimientos en megaminería, la explotación petrolera en la Amazonía, o la expansión de monocultivos expresan nuevos extractivismos que multiplican sus impactos sociales y ambientales.
La permanencia de ese desarrollo está políticamente amarrada en intereses empresariales, necesidades electorales de los gobiernos, y un exagerado optimismo sobre la tecnología. Esos nudos se pueden desatar gracias a las distintas ecologías políticas, ya que exponen la imposición del poder en el acceso a los beneficios de los recursos naturales o las injusticias ambientales que desembocan en marginaciones sociales como ambientales.
Pero además, las ecologías políticas hacen visibles los impactos que se ocultan, rescatan el conocimiento local, y son propositivas, promoviendo alternativas al desarrollo que aseguren la calidad de vida y la protección de la biodiversidad.
Ver en: http://diariouno.pe/columna/la-ecologia-politica-ya-es-plural/
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