Artículo escrito por Alejandra Alayza de OXFAM, publicado en el diario La República. Los dramáticos impactos sociales
y ambientales de las inversiones chinas –tanto dentro como fuera de su
territorio– generan preocupación global. En América Latina, donde la banca
china comienza a jugar un rol cada vez más importante en el financiamiento de
hidroeléctricas, la industria petrolera o la construcción de infraestructura
vial, esta preocupación es central.
Esta mala fama, está tristemente
bien ganada. Sin embargo, algunos cambios parecen estarse dando en el gigante
asiático. Las reformas se iniciaron en los 70 pero son poco conocidas, y mucho
menos aprovechadas. Un reciente estudio de Paulina Garzón muestra cómo China
viene haciendo reformas para la inclusión de estándares sociales y ambientales
en sus inversiones.
Estándares para la protección
ambiental del territorio donde se realiza un proyecto extractivo, el derecho a
la información y consulta de las comunidades o sobre los derechos de los
trabajadores, son algunos avances. Aunque su regulación está todavía rezagada
con relación a los actuales estándares del Banco Mundial o el BID, algunos
pasos se han dado. Profundizar estas reformas en China es urgente globalmente.
Los pequeños avances son una oportunidad, que vale aprovechar e impulsar su
maduración.
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