lunes, 16 de diciembre de 2013

No más mercurio: minamata

Artículo escrito por Alejandra Alayza de OXFAM, publicado en el diario La República. Minamata es una ciudad japonesa que en los años 50 sufrió una grave contaminación por mercurio, con severas secuelas en la salud de su población. Esta triste historia dio nombre al Convenio Internacional que hoy busca frenar el uso indiscriminado del mercurio para proteger el ambiente y la salud.

Dolorosos recuerdos de contaminación por mercurio los del Perú: La Oroya, Choropampa y más recientemente Madre de Dios. En esta región el crecimiento de la minería de oro –ilegal e informal (gran consumidora de mercurio)–, ha disparado los niveles de contaminación, triplicando el nivel del límite máximo permisible. Estamos jugando con fuego.

Si bien el Perú ha suscrito el Convenio de Minamata, su implementación está pendiente y es urgente. Esta semana un grupo de organizaciones (SPDA, Cooperacción, SER, etc.) iniciaron la Campaña “No más Mercurio en nuestros cuerpos”, que busca que el Congreso apruebe y el Presidente ratifique este Convenio. Tenemos el tiempo en contra: ciudadanos a firmar y gobierno a implementar. 


Globalizando controles y accesos a recursos naturales

Artículo escrito por Eduardo Gudynas de CLAES, publicado en el diario La Primera. Sigue su marcha un cambio sustantivo en la globalización actual, donde se vuelve más  importante asegurar el acceso y control sobre los recursos naturales, antes que su propiedad.

Hasta no hace mucho tiempo atrás, los conglomerados de corporaciones transnacionales  tenían la propiedad de los recursos naturales. Eran las dueñas de minas o campos petroleros.  Los gobiernos conservadores y neoliberales cedían la propiedad sobre esos recursos, a veces directamente, a veces por medio de concesiones de variado tipo.

En las últimas décadas esa situación cambió. Diversos estados retomaron la propiedad y el control directo sobre ciertos recursos naturales, y en algunos casos se hicieron cargo directamente de la explotación por medio de empresas estatales. Este proceso se profundizó por ejemplo en el sector petrolero sudamericano.  El Estado era un dueño en serio de los recursos.

Sin duda estos son cambios de enorme importancia. Pero ha pasado desapercibido que las redes de comercio y producción global se han adaptado, y varios gobiernos volvieron a quedar atrapados en la globalización.

Por un lado, muchas empresas transnacionales pasaron a especializarse en comercializar y distribuir los recursos naturales. Son ahora sobre todo empresas de logística que controlan el comercio global de hidrocarburos y minerales. Las corporaciones transnacionales  ganan todavía más dinero, y no tienen que preocuparse de las dificultades de permisos, protestas y gestión de la extracción local de los recursos naturales.

Las empresas estatales se volvieron sus proveedoras, y como los gobiernos necesitan desesperadamente esas exportaciones, ellos son ahora sus aliados en acceder a yacimientos, tramitar permisos y lidiar con los conflictos ciudadanos. Incluso el progresismo ha quedado atrapado en esto, flexibilizando normas ambientales para asegurar sus exportaciones y acallando la protesta ciudadana.

Hoy, el entramado corporativo global se enfoca en asegurar el acceso a recursos naturales, controlar las redes de comercio y distribución, pero ya no le preocupa tanto la propiedad.  Y los gobiernos participan y refuerzan este nuevo marco global.